Durante el Ángelus de ayer, el Papa León XIV recordó la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebrando el hallazgo del leño de la cruz por santa Elena en Jerusalén y su restitución a la Ciudad Santa por el emperador Heraclio en el siglo IV.
El Pontífice subrayó que esta celebración nos invita a reflexionar sobre el amor de Dios revelado en la cruz, que convierte un instrumento de muerte en signo de salvación y vida eterna. Citando el Evangelio de Juan (Jn 3,13-17), recordó la conversación de Jesús con Nicodemo: “El Hijo del hombre debe ser ensalzado, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna”, y destacó que Dios nos ama tanto que entregó a su Hijo único para nuestra salvación.
El Papa explicó que Jesús evoca el episodio del Antiguo Testamento cuando Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto (Nm 21,4-9), mostrando que Dios se acerca a los hombres, ofreciéndose como compañero, maestro, médico y amigo, hasta hacerse Pan partido en la Eucaristía. Así, la cruz se transforma de medio de muerte a instrumento de vida.
Durante su mensaje, León XIV recordó textualmente: “Nosotros no exaltamos una cruz cualquiera, o todas las cruces; sino que exaltamos la Cruz de Jesús, porque en ella se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad”. Además, enfatizó que “su caridad es más grande que nuestro mismo pecado” y que nada puede separarnos del amor de Dios.
Finalmente, invitó a todos a pedir, por la intercesión de María, la Madre presente en el Calvario junto a su Hijo, que el amor de Dios se arraigue y crezca en cada corazón, y que aprendamos a donarnos los unos a los otros como Jesús se entregó por todos.