Al inicio de la celebración, como han podido observar, hemos tenido la bendición de la corona de Adviento, indicando que estamos iniciando un nuevo tiempo litúrgico. Iniciamos el ciclo A de este tiempo en el que iniciamos ya un camino y lo que nos está mirando desde sus hogares que quizás no tienen mucha idea de lo que está pasando en todas las comunidades hoy y mañana estaremos bendiciendo esa corona con cuatro sirios que indica que Cada semana iremos encendiendo un sirio, ya que el tiempo de Adviento está compuesto por 4 semanas. Cada semana tenemos ese encendido y esa luz vaya iluminando el camino que vamos haciendo para culminar con el gran acontecimiento del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Por eso le decía hace un momentito que sería interesante que ustedes también en sus hogares preparen su corona. la preparen, la coloquen en su casa, en un lugar visible, que los niños también miren cómo se enciende la corona, el sirio. Y así en familia se va haciendo esta celebración de una forma en que la familia sea también ese espacio, el pesebre donde se va preparando el lugar donde nacerá nuestro Señor Jesucristo. Iniciamos entonces así este tiempo especial adviento que nos va indicando que nos vamos preparando para el gran acontecimiento del nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por eso la liturgia de la palabra también nos va dando las pautas para que nosotros vayamos haciendo nuestra preparación. Ustedes se han dado cuenta que no se ha entonado el gloria y todos estos días, estas semanas, no se cantará gloria, no se entonará porque estamos en preparación. No es un tiempo de cuaresma, es un tiempo de recogimiento, de interiorización, de preparación para que así se le recibamos a Cristo en nuestros corazones. Lo mismo la austeridad del templo, porque estamos en tiempo de de recogimiento, de preparación, pero no es solamente lo exterior, son signos litúrgicos.
Lo importante entonces es nuestra preparación, es lo más importante y por eso no debemos dejar pasar por alto este tiempo. Y les invito a que cada uno, cada una, comience a preparar su adviento. Cada uno debe hacerlo. Un servidor debe comenzar. usted, aquel y el otro debe iniciar su adviento. No es que estamos en tiempo de adviento, no es que yo estoy en tiempo de adviento y que yo estoy preparando mi adviento. Y por eso no es solamente encender la corona, no es solamente poner las cosas propias para este tiempo, soy yo, eres tú que debe hacer tu adviento, porque somos nosotros que vamos a recibir a Cristo en nuestros corazones. Y por eso le decía que la liturgia de la palabra nos va indicando el camino. Y les recomiendo también que durante estos días vayan leyendo atentamente esa palabra que el Señor ofrece, pero léala atentamente y vaya siendo entonces su itinerario de Adviento. Su itinerario.¿Cómo yo voy a vivir mi Adviento? Y por eso hoy en la liturgia que hemos escuchado de la palabra hay propuestas interesantes, cómo vivir el adviento y cómo vamos a comenzar el adviento y cómo vamos a arrancar de manera personal mi adviento.
Y hoy en los textos bíblicos que se ha proclamado el profeta Isaías termina el texto diciéndonos con una frase, caminemos como hijos de la luz. Adviento es entonces un camino y iniciamos un camino en el que cada uno y cada una debe ir haciéndolo poco a poco, pero un camino en la luz, porque podríamos caminar en tinieblas, en oscuridades o quedarnos sentados de brazo cruzado o convertirnos en unos indiferentes o sencillamente dejar que las cosas sucedan sin hacer nada. El tiempo de Adviento es un movimiento y entonces nos dice, “Caminemos.” y caminemos. Es iniciar entonces un proceso, un itinerario de vida en el que tú y un servidor como un hijo de la luz que es Cristo, podamos hacer nuestro camino iluminados, iluminadas para iluminar la vida de los demás. Pero hay que hacer el camino y vamos a comenzarlo. Vamos a ir haciendo este camino de fe, este camino de vida, este camino de esperanza, este camino de confianza, este camino de gozo para el encuentro con el Señor. Caminemos. Y es entonces la invitación para este tiempo de Adviento. Comencemos este camino como hijos e hijas de la luz, iluminando por donde quiera que vayamos pasando Por eso cuando se nos bautizó que tú y un servidor estábamos pequeñitos y se nos dio una lucecita a papá y a mamá para que nosotros fuéramos esa luz y por donde pasemos en estos días de adviento, nosotros iluminemos con la alegría, con una sonrisa, con un bonito mensaje, un buen testimonio, un gesto cristiano que haga entender a los demás que estamos viviendo un tiempo especial, porque tú y un servidor vamos caminando como hijos e hijas de la luz, que por donde quiera que pasamos dejamos el rastro de la luz, ese rastro positivo, no el negativo de aquel que pasa por los lugares y deja el mal sabor, aquel que está entre los demás y siempre con una queja, un malestar. O aquel que solamente está inventando ideas y criterios de los demás y dañando figura, imagen y fama de los demás, no es hijo de la luz.
Caminar como un hijo e hija de la luz. Que en estas cuatro semanas por donde tú pases se sienta que por ahí pasó un hijo o una hija de la luz. que donde está ese hermano en su propia familia, en su comunidad, en el trabajo, eh en la iglesia, donde quiera, se sienta que hay un hijo de la luz y que estamos en tiempo de adviento. No es solamente ir a ver los bombillitos ahí a los lugares y qué bonito las luces, viendo luces, la primera luz, ¿eres tú o soy yo? Somos las luces que debe adornar la sociedad, la humanidad, no las luces artificiales que colocan por ahí que uno se emociona y se embeleza mirándola. La primera luz con la que se debe admirar la gente es contigo y conmigo, no con la que ponen por ahí admirado mirando esa lucecita. La luz que debe provocar admiración es la que tú y yo irradiamos con nuestra vida y con nuestro comportamiento.
Así no dice Isaías y es el primer paso para que comencemos el adviento, para que tú de manera personal lo comiences. Pablo entonces nos da otra recomendación más. Vendrán muchas, pero cada uno de ustedes la tomará. vaya buscándola para que haga su adviento. Pablo entonces plantea otra cosa interesante. Pablo nos dice, “Miren, la noche está pasando, la luz está llegando. Andemos como hijos de Dios. caminar como un hijo o una hija de Dios, un cristiano o una cristiana que reviva, recupere, reanime su vida cristiana. Quizás este año 2025 que ya está pasando, hemos vivido una vida cristiana débil, mediocre, floja, una vida una vida cristiana que no ha sido motivo ni ejemplo para los demás. Entonces, este tiempo de adviento es para entonces salir de la oscuridad y entrar en Cristo, revisar mi relación, mi amistad, mi intimidad con Cristo, cómo ha sido y entonces tratar de renovarme y proponerme ahora en este nuevo tiempo litúrgico, cómo yo voy a estrechar mi relación con el Señor, cómo voy a a entrar más en esa intimidad con Dios. ¿Cómo? Porque quizás en este tiempo andado muy frío, muy flojo y mi vida cristiana no le he encontrado ni sabor. Ahora, en estos días de adviento, vamos a recuperar lo que quizá hemos perdido, la amistad, la intimidad o la relación con Dios.
Para eso tendremos retiros, tiempo de reflexión, tiempos de recogimiento para que nosotros volvamos nuevamente a la fuente que es Cristo. Volvamos. Y hay que aunque este tiempo es un poco acelerado, muchas fiestas, muchas cosas, muchas actividades, una vida un poco agitada, no se deje llevar de todo eso. Saquemos el tiempo para estar con Cristo, para renovar nuestra amistad y relación con Cristo. Y por eso Pablo nos dice, “Hemos salido de las tinieblas y entrado en la luz. Entremos en Cristo y que estos días de adviento podamos vivirlo verdaderamente en una amistad y relación con él. Así nos propone Pablo y nos seguirán proponiendo otras cosas más que es bueno que la vayamos tomando para que la vayamos integrando en nuestra vida espiritual porque el propósito es que crezcamos a nivel espiritual. Y en esa relación con Cristo, en ese caminar con Cristo, vamos caminando, vamos creciendo espiritualmente. Y entonces el evangelio que hemos escuchado, que se ha proclamado de Mateo, nos recuerda hoy que debemos estar en vela. Escuchamos mucho la palabra, estén en vela y estemos en vela y en atención. Y eso que nos dice el evangelio es interesante para este tiempo que vamos a iniciar, porque como le decía hace un momentito, el tiempo, este tiempo ya al final del año es un tiempo de mucha distracción. Nos distraemos muchas cosas, preparando una cena, preparando una casa, pintando, arreglando, en mil cosas nos metemos y terminamos al final de los años agotados, distraídos en muchas cosas. Entonces, lo esencial lo dejamos a Cristo.
Pusimos la casa hermosa, bien pintadita. Hicimos un trabajo grande poniendo el arbolito días y días poniendo bombillito y poniendo imágenes. No cansamos y al final ni disfruté que Cristo nació. Y él haciendo los detalles de la cena y la encuentro interesante todo eso, pero vamos dejando lo esencial. Ahí está. Hay que estar en vela para que lo lo importante, lo esencial para nosotros no se pierda, que aunque hagamos todo eso, no dejemos de mirar lo esencial. No perdamos la mirada de Cristo. No la perdamos. que aunque hayan muchas luces, no pierda la mirada de Cristo. Aunque haya mucha comida y muchas cosas, no le quite la mirada a Cristo. Hay que estar en vela porque luego en la distracción así también queda nuestra alma dispersa y distraída. ¿Qué necesitamos? ¿Y qué necesita la humanidad en este momento? que nos concentremos en las cosas importantes. Nuestra sociedad, nuestra humanidad anda muy distraída en lo superficial y por eso andamos dando dando tumbos y enredados en cosas innecesarias. Por eso adviento es es el llamado de atención para que nuestra mirada esté puesta en Cristo y puesta en el pesebre, en Cristo que nace entre nosotros. Que al final de este tiempo y al inicio de la Pascua de la Navidad, nosotros podamos mantener nuestra mirada en el Cristo que ha nacido entre nosotros. Pero la distracción también podría ser en el que le quitemos la mirada al otro o a la otra, al hermano, al amigo, al vecino, al esposo, al compañero, porque estamos tan distraídos que hasta me olvidé del otro y hasta de uno mismo. Estar en vela con la mirada puesta en Dios y con la mirada puesta en los hermanos. Pues así cada uno y cada una hagamos nuestra nuestra nuestro tiempo de Adviento. Preparemos este tiempo para que al final del camino podamos celebrar gozosos, alegres el nacimiento de Cristo en nuestros corazones. Que así sea. Amén. Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. de todo lo visible y lo invisible.
Homilía de Mons. Carlos Tomás Morel Diplán,
Arzobispo Coadjutor de la Arquidiócesis de Santo Domingo,
presidió la Santa Misa del I Domingo de Adviento en la Parroquia San Antonio de Padua, en Gazcue,
junto al párroco P. Kennedy Rodríguez, diáconos y servidores del altar.
Sábado 29 de noviembre 2025