La misión no es un proyecto empresarial o corporativo, sino una invitación a gastarnos con empeño, con creatividad y generosidad y a dar lo mejor de nosotros mismos, sin escatimar.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Esta mañana el Papa Francisco ha recibido a la Conferencia de los Institutos Misioneros en Italia con ocasión del 50 aniversario de su fundación, que desde hace medio siglo se dedica a promover la misión ad gentes en Italia, haciéndose voz de miles de misioneros y misioneras que, dedicándose al anuncio de Cristo, hablan en realidad a todos de una dimensión de la vida cristiana, la dimensión misionera, propia de todo bautizado en virtud del Bautismo.
La misión es oxígeno para la vida cristiana
A ellos, el Papa Francisco les ha recordado las cuatro bases que deben definir su misión. La primera es recordar que, tal y como lo dice el Concilio Vaticano II: «Toda la Iglesia es misionera, y la obra de evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios». El Papa explica que “el anuncio para la Iglesia no es un aspecto opcional o marginal, sino una dimensión vital, ya que nace apostólica y misionera, configurada por el Espíritu Santo como comunidad en salida”, en otras palabras: “La misión es oxígeno para la vida cristiana, que sin ella enferma y se marchita y se vuelve fea, fea, fea” ha dicho el Papa.
Por ello, el Papa los anima a “seguir adelante con valentía, para que la fuerza del Espíritu encuentre siempre en la Iglesia y en el mundo mentes y corazones deseosos de sembrar la Palabra y de llevar a todos la alegría del Señor resucitado, rompiendo barreras y favoreciendo la construcción de una sociedad fundada en los principios evangélicos de caridad, justicia y paz”.
La misión es acogida con espíritu de inclusión y de servicio
“No se trata de hacer proselitismo: esto no es cristiano” ha dicho el Papa, al recordarles cuál debe ser su estilo de vida: “Anunciar a Cristo sobre todo con el testimonio de la vida”. Por eso, les recomienda “que cultiven ante todo la caridad en y entre vuestras comunidades, en y entre vuestros Institutos, armonizando las diferencias de cultura, edad, mentalidad, para que en la comunión cada carisma esté al servicio de todos”. “Y tomad a pecho la acogida de los pobres y de los pequeños, entre vosotros y hacia las personas a las que servís en vuestro ministerio, con espíritu de inclusión y de servicio”, ha puntualizado.
La misión no es obra nuestra, sino de Dios
La misión – dice Francisco – “no la hacemos solos, sino movidos por el Espíritu y dóciles a su acción”. Por tanto, explica que, “la misión, que brota de la oración, se forja día a día en la escucha de la Palabra de Dios y tienen como fin último la salvación de los hermanos que el Señor nos confía”. “Sin estos fundamentos se vacían y acaban reduciéndose a una mera dimensión sociológica o asistencial” ha asegurado. Por tanto, los invita a que “no sólo vuestra vida y vuestro trabajo misionero, sino también vuestra planificación, encuentros y decisiones estén siempre marcados por la escucha de la Palabra, la celebración eucarística y la oración”.
La misión no es un proyecto empresarial o corporativo, es algo mucho más profundo
Por último, recuerda un pasaje de la Evangelii gaudium, en el que se recuerda que la misión “no es un proyecto empresarial o corporativo, ni tampoco una organización humanitaria o proselitista. Es algo mucho más profundo, que escapa a toda medida”.
Esto – concluye el Papa – “es una invitación a gastarnos con empeño, con creatividad y generosidad, pero sin desanimarnos si los resultados no corresponden a las expectativas; a dar lo mejor de nosotros mismos, sin escatimar, pero confiándolo luego todo con confianza a las manos del Padre; a darlo todo, pero dejando que sea Él quien haga fructificar nuestros esfuerzos como Él quiera”.