Por Leonor Asilis
Este jueves pasado 8 de junio celebramos la Fiesta de Corpus Christi en honor al Santísimo Sacramento: el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Esta fiesta tan bella se realiza el jueves siguiente al octavo domingo después de la Pascua de Resurrección, por lo que significa que la fecha exacta varía cada anualmente.
La fiesta se originó en el siglo XIII en la ciudad de Lieja, Bélgica, y desde entonces se ha extendido a muchas partes del mundo.
Durante el Corpus Christi, se realiza una procesión solemne en la que el sacerdote lleva el Santísimo Sacramento en una custodia por las calles de la ciudad para manifestar visiblemente la presencia de Jesús en la Eucaristía y recibir su bendición mientras los fieles se unen a la procesión rezando, cantando himnos en el camino.
La procesión del Corpus Christi es una forma preciosa de rendir honor a la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.
Y es que este es un misterio de nuestra Fe: El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo presente en el pan y el vino tal como lo dispuso Jesús para perpetuar su presencia entre nosotros desde la Ultima Cena.
Y es que no se entiende la Iglesia sin la Eucaristía. Paradójicamente. Aunque no lo entendamos.
Nuestro Dios se encuentra de forma especial en la Eucaristía pues aunque escapa a toda lógica humana, es así.
Y si Dios que se hizo hombre en Jesucristo, ¿acaso no va a poderse hacerse presente en un pedazo de pan si así lo ha querido? ¿Quién manda a Dios?
¿Quién le traza pautas? Es un gesto de amor que nunca podremos captar a plenitud, y que lamentablemente no agradecemos lo suficiente.
Sin embargo, El permanece esperándonos.
Si tuviéramos más fe! Nuestro Dios ha decidido permanecer en el Sagrario para alimentarnos, para fortalecernos, para divinizarnos, para dar eficacia a nuestra tarea y a nuestro esfuerzo.
Digámosle al Señor: Señor, gracias por haberte quedado con nosotros… ¿Qué hubiera sido de nosotros sin Ti? Como le dijo una vez Pedro: si no es a Ti, Señor, ¿a quién iremos?
¿Dónde buscamos fuerzas para seguir adelante? Quiénes somos nosotros sin Ti?
Es muy oportuno recordar una exhortación de San Agustín para que acudamos a la Eucaristía con frecuencia: «Somos obreros que estamos trabajando todavía en la viña; cuando se acabe el día, cuando se acabe el trabajo, se recibirá la recompensa. Pero , ¿que obrero hay que resista en el trabajo hasta recibir la merced si no se alimenta durante el trabajo? Si se nos substrae esta alegría de la inteligencia de estos signos sacramentales, desfalleceremos en el trabajo y no habrá quien pueda llegar a la recompensa Acudamos al gran encuentro eucarístico con motivo de Corpus Christi que por razón geográfica nos corresponda».
Es una experiencia gratificante y vivificante.Dios se nos hizo manjar, se nos hizo camino.La Gloria siempre para Dios que se hace cercano en un pedazo de pan.
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