FORMACIÓN DE LOS CANDIDATOS AL ORDEN SACERDOTAL
La formación de los candidatos al sacerdocio es integral, actualizada, dinámica y de calidad y acorde con las exigencias del ministerio sacerdotal en estos tiempos.
Los seminaristas se entrenan, por una parte, en la sencillez, humildad y laboriosidad de la vida doméstica; en el auto-conocimiento y aceptación personal.
Reciben ayuda profesional a nivel personal para que sepan manejar sus propias situaciones, sean personas sanas y equilibradas, psíquica y emocionalmente y sepan actuar con moderación y autocontrol en situaciones de dificultad personal o comunitaria
Por otra parte, crecen en el compartir, en la solidaridad, las relaciones fraternas y el servicio a la comunidad
El seminarista, en su proceso de formación, recibe apoyo de la familia y de la comunidad: ayuda material- económica, testimonio, oración, motivaciones apostólicas de los grupos pastorales, etc.
Esta formación, encarnada en la realidad, les frece una sólida base humano-cristiana, teológica, bíblica, psicológica, moral, espiritual, pastoral, metodológica y pedagógica.
Abarca los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales de su localidad, del país y del mundo entero.
Participan en actividades científicas, culturales, deportivas, de acción social con otras instituciones que buscan la formación de las personas y participan igualmente en servicios comunitarios, en talleres, seminarios, etc.
Para promover este tipo de formación existe un equipo de formadores, maestros, guías de vida interior, de vida ejemplar, y esmerados en la formación, educación y acompañamiento espiritual de los seminaristas.
Estas personas están formadas en las distintas áreas del saber humano y aplican, adecuadamente, sus conocimientos y experiencias, en el proceso de su servicio de formación.
Llenos de paciencia y amor, son prudentes, humildes y serviciales. Están encarnados en la realidad y por eso son fieles y firmes en su vocación.
Los seminaristas se ejercitan en la vida de oración, austeridad, entrega y amor, con una visión profunda de la vida evangélica, para expresar el seguimiento de un Cristo vivo y encarnado.
El espíritu de sacrificio por su pueblo, la fidelidad al Evangelio y el permanente discernimiento espiritual, son, al mismo tiempo, fundamento y fuerza de su respuesta vocacional
En esta formación tienen un lugar especial la administración gerencial, la promoción del conjunto social, las ciencias de la comunicación y las estrategias de la mercado-técnica. Todo esto en orden al servicio evangelizador y en fidelidad a la tarea actual del Buen Pastor.
Viven experiencias apostólicas misioneras a través del compromiso y de los servicios específicos que se le asignen en las distintas pastorales.