Al recibir a los participantes en el 26º Capítulo General de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús el Papa Francisco los invitó, como su fundador, el padre Chevalier, a implicarse en las muchas miserias e injusticias que se renuevan en el mundo, la situación de los pobres y los migrantes. “Manifiesten la misericordia de Jesús – fue su llamamiento – a través de su bondad”
Misioneros para dar a conocer el amor de Dios
Al recibir a noventa religiosos en la Sala Clementina, con el superior general, el hermano Abzalòn Alvarado Toval, el Santo Padre recordó que a los Misioneros siguieron con el tiempo las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, y más tarde los laicos asociados, conocidos como Laicos de la Familia Chevalier.
Todos pensados, por el fundador, como “misioneros, empeñados en dar a conocer el amor de Dios en el mundo para obtener de los hombres una respuesta de amor”. Francisco recordó el tema elegido para el Capítulo, “Del ego al eco”, y la elección de hacerse guiar por el episodio evangélico de los discípulos de Emaús, descrito por el evangelista Lucas. A partir de ese pasaje, el Papa indicó tres actitudes fundamentales que deben caracterizar el carisma y el compromiso misionero de los miembros de este Instituto.
Primero: conocer el Corazón de Jesús a través del Evangelio
El primero es “conocer el Corazón de Jesús a través del Evangelio”, es decir, meditándolo en su vida. Allí, en efecto, Cristo sigue haciéndose nuestro compañero de viaje, como en Emaús.
“Al Padre Chevalier le gustaba definir el Evangelio como un libro ‘del Sagrado Corazón’, pues invitaba a todos a contemplar en él la caridad con la que el Salvador se dejó tocar por toda pobreza, feliz de derramar la ternura y la compasión de su Corazón sobre los pequeños y los pobres, los que sufren, los pecadores y todas las miserias de la humanidad”
La explicación de las Escrituras que Jesús ofrece a los discípulos de Emaús a lo largo del camino, recordó el Pontífice, “no es teórica: es el testimonio directo de Aquel que cumplió aquello de lo que habla”, amando al Padre y a sus hermanos hasta la cruz. El Resucitado, que se hace reconocer en la fracción del Pan, explicó, “es Aquel que venció a la muerte dando la vida, que mostró a los hombres el amor del Padre amándolos sin medida con su Corazón divino y humano”.
Así es como se llega a conocer el Corazón de Jesús: contemplando su inmensa misericordia en el Evangelio, como María, a quien los Misioneros veneran bajo el título de “Nuestra Señora del Sagrado Corazón” y que sabe mostrarnos el Corazón de su Hijo.
Segundo: profundizar la Palabra en el compartir fraterno
Pero para que esta fuerte experiencia se convierta en luz para el camino, continuó el Papa Francisco, “es necesario que pase también por el enriquecimiento del compartir”. Esta es la segunda actitud: “profundizar y comprender la Palabra en el compartir fraterno”.
“En Emaús los discípulos, inmediatamente después de reconocer a Jesús, se preguntan asombrados unos a otros sobre lo que han vivido. Es una invitación también para nosotros a regalarnos mutuamente el asombro que nace en el corazón cuando uno se encuentra con el Señor”
Incluso en vida del padre Chevalier, recordó el Papa, “compartir fue importante. En el seminario transmitió su fervor y sus sueños a algunos compañeros sensibles, a los que con un juego de palabras llamaba los caballeros del Sagrado Corazón”. Y fue al reencontrarse con uno de ellos después de años de distancia, todavía “animado por el mismo celo, cuando vio la señal tan esperada para comenzar la fundación” del Instituto.
De ahí la invitación a poner “siempre en la base de todo y ante todo el compartir fraterno de su encuentro con Cristo, en la Palabra, en los Sacramentos y en la vida. Así podrán afrontar de manera constructiva incluso los problemas más acuciantes”.
Tercero: el anuncio gozoso en la misión
La tercera y última actitud es “el anuncio gozoso en la misión”, como los discípulos de Emaús, que “partieron sin demora, volvieron a Jerusalén y contaron lo que había sucedido”. El lema del capítulo, “Del ego al eco”, es para Francisco una invitación a salir de uno mismo para mirar “la casa común, la familia, la comunidad, la creación”.
Una expresión fuerte “y un compromiso para su futuro – comentó el Papa – especialmente para el discernimiento sobre los nuevos tipos de ministerio a los que deben abrirse”. No faltan los desafíos, en los múltiples ámbitos de la caridad en los que trabajan los Misioneros en todos los continentes: “Los pobres, los migrantes”, y las muchas miserias e injusticias “que siguen renovándose en el mundo nos interpelan con urgencia”, dijo.
Déjense implicarse por la compasión del Corazón de Jesús
Frente a esto, la invitación final del Pontífice fue a no tener miedo “a dejarse implicar por la compasión del Corazón de Cristo”, y como decía el padre Chevalier, dejarlo “amar a través de ustedes y manifestar su misericordia a través de su bondad”.
Con valentía, como hizo el fundador “cuando, aunque con fuerzas limitadas, aceptó la misión en Melanesia y Micronesia, dejando que la irresistible ternura del Sagrado Corazón modelara, modificara e incluso cambiara, si era necesario, sus planes y proyectos”.
Cercanos, compasivos y tiernos, “como Dios es con nosotros”
Por favor, es el otro llamamiento del Papa Francisco hablando espontáneamente fue a “no tener miedo a la ternura, al estilo de Dios” que se puede decir con tres palabras: “cercanía, compasión y ternura”.
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