noviembre 24, 2024 6:44 am
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La Oración nos descubre como hijos de un mismo Padre

Valor del Mes: “La Oración”

Nos descubre como hijos de un mismo Padre descubre como hijos de un mismo Padre

Lema del Mes: “Padre”

 “PADRE, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, VENGA TU REINO” (Lc 11,2b)

Desde tu infancia aprendiste el Padrenuestro y lo rezas frecuentemente. Hoy vamos a degustarlo, saborearlo, experimentarlo y contemplarlo de una forma más profunda, con las raíces de la vida conectadas al Evangelio de Jesús, el Hijo de Dios Vivo, el Verbo Encarnado.

El Padrenuestro es como la cruz: un madero vertical que orienta y relaciona con Dios Padre Todo amoroso y un madero horizontal que orienta y relaciona a los hombres como hijos de Dios – hermanos entre sí. Es por eso, por lo que el Padrenuestro nos sitúa frente a Dios y frente a los hombres, conectando de tal forma ambas relaciones que las hace:

  • Inseparables desde los cimientos vitales.
  • Imposible romper con Dios sin también romper con los hombres.
  • Imposible romper con los hombres sin también romper con Dios.

Cada vez que oramos el Padrenuestro, es porque amamos a Dios y amamos a los hombres. Es un binomio indestructible.

Cada vez que oro el Padrenuestro, me ubico hacia la dirección que señala el GPS del Evangelio de Jesús.

Cada vez que oro el Padrenuestro, experimento que la palabra es dulce y amarga; dulce porque me llena de alegría, paz, confianza, esperanza; amarga porque me exige, me acarrea definición, confrontación, crítica y ataques. (Ap10,10).

Cada vez que oro el Padrenuestro, descubro si vivo lo que digo: “Santificado sea tu Nombre”, es decir, si manifiesto en mis pensamientos, sentimientos, palabras, actitudes, gestos y acciones, que mi ADN es el mismo ADN que está en Jesús cuando dice: Abba, Padre, Papá, Papi…Y esto supone sentirse niño pequeño, necesitado, dependiente, apoyado, sostenido, confiado, seguro, abrazado por el amor paternal-maternal de Dios que nunca falla. Así se convierte en un índice inequívoco de que Dios es Santificado y es un referente esencial para detectar mi identidad de hijo de Dios. (Mt 11,25-26; 19,13-14; 18,2-6; 18,10; 13,45-46; Mc 9,36-37; Mc 14,36).

Cuando digo “Santificado sea tu Nombre”, aprendo a descubrir los mil significados de ese Nombre. “Porque «Tu Nombre» es Dios, y es Padre, y Madre, y Alfarero, y Creador, Maestro, Juez, Amigo, Jesús, Espíritu, Sabiduría… innumerables nombres cargados de significado, matices y profundidad”. (Mt 23,8-10; Mt 25,31-46).

Cada vez que oro el Padrenuestro, percibo y vivo, sin medias tintas, el perfume escondido del Reino en mi vida, en los ambientes donde me relaciono, en los acontecimientos, en la historia, en los rostros, en las calles, en los detalles, en los gestos…; compruebo si el Reino de Dios es el centro de mi vida, si efectivamente el reinado de Dios está en mi vida, en toda realidad humana y cósmica. El Reino de Dios está profundamente enraizado entre nosotros, crece, actúa en el presente y lo configura, es dinámico e indetenible. (Mt 13, 1-9, 13, 44; Lc 17,20-25; Rm 14,17).

Quien reza con valentía: «Venga a nosotros tu Reino», no se contenta con el presente estado del mundo. Espera algo nuevo y distinto; y sabe que su esperanza no es una quimérica ilusión. La petición de la venida del Reino de Dios es revolucionaria, indica la actitud crítica y profética que debe informar a los cristianos en este mundo: ni diluirnos en el aquí y ahora, ni abandonarnos a fantasías irrealizables; ni dar orgullosamente la espalda al mundo, ni hundirnos en él sin espíritu crítico”. (Mc 4,26-32; Lc 12,31; 17,21; Mt 16,16)

El Padrenuestro cuestiona las raíces de nuestro interior, de la sociedad, y de las naciones.

El Padrenuestro proyecta una nueva luz sobre la vida, une lo humano y lo divino, dando nuevo sentido a la existencia, a las metas y luchas por un mundo más humano, libre, justo, digno y fraterno.

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