La carta de la Doctrina de la Fe va dirigida a los obispos, recuerda que los frutos son superiores a las dificultades y es necesario el testimonio de unidad.
La carta de la Congregación de la Doctrina de la Fe, Iuvenescit Ecclesia, dirigida a los obispos de la Iglesia, sobre la relación entre dones jerárquicos y carismáticos, fue presentada este martes en la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Intervinieron el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los obispos y otros dos conferencistas: la profesora de teología en la Universidad Gregoriana, María Aparicio Valls y monseñor Piero Coda, miembro de la Comisión teológica internacional.
El cardenal Müller recordó la capacidad que debe tener la Iglesia para desafiar el desgaste del tiempo, gracias a la acción del Espíritu Santo. Y esta es la “perspectiva adecuada para entender” la Iuvenescit Ecclesia, y “la relación entre dones jerárquicos y carismáticos”, los cuales son “puestos al servicio de la vida y de la misión eclesial”.
“El surgir de tantas nuevas agregaciones, asociaciones y movimientos eclesiales, así como de gran cantidad de nuevos institutos de vida consagrada después del Concilio Vaticano II, ha hecho descubrir nuevamente y concretamente el porte eclesial de esta afirmación conciliar”, observó. Y porque demuestra que “la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción”. Y si siempre existió el nacer de nuevos carismas, particularmente se “asistió a un florecer inesperado y arrollador de tantas de estas realidades”, subrayó el cardenal.
Por ello la carta, señala “los elementos teológicos y eclesiológicos que puedan favorecer una ordenada participación de las nuevas agregaciones a la comunión eclesial para un pleno empeño misionero de toda la Iglesia”.
O sea, más allá de cualquier estéril contraposición o justaposición, se trata de favorecer una ordenada comunión, relación y sinergia, en vista de un renovado elan misionero. Así sin entrar entrar demasiado en los temas pastorales y prácticas, el texto profundiza las problemáticas teológicas de fondo.
“Entre los puntos centrales –aseguró el prefecto de la Doctrina de la Fe– está la afirmación de la co-esencialidad entre dones jerárquicos y carismáticos que pertenece a la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús”. Y que “no sea lícito contraponer una Iglesia del Espíritu a una Iglesia de la Institución”.
Se habla también de la colocación de los carismas, en las relaciones entre la Iglesia Universal y particulares, especialmente en aquellas que necesitaban de una nueva evangelización.
Por su parte el cardenal Ouellet, señaló que la relación entre dones jerárquicos y carismáticos permiten que la Iglesia “proclame la alegría del Evangelio y despierte la adhesión de los fieles, y también de los no creyentes, no por proselitismo sino por atracción”. Añadió que este documento promueve en base a los criterios bíblicos y teológicos y al Magisterio de la Iglesia.
Y si bien en la historia de la Iglesia se registraron cismas debido a doctrinas apocalípticas, “asociadas a una misteriosa era del Espíritu Santo”, la Lumen Gentium supera enteramente esta realidad problemática distinguiendo entre dones jerárquicos y carismáticos, y subrayando “su diferencia en la unidad”.
Recordó la co-esencialidad entre ambos dones, como reiterado por Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. “En definitiva –concluye el prefecto– es posible reconocer una convergencia del reciente magisterio eclesial sobre coexistencialidad entre dones jerárquicos y carismáticos”. Al concluir, el cardenal señaló que no obstante las tensiones inherentes, los frutos son muy superiores a las dificultades.
Fuente: https://es.zenit.org