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Evangelio del Día 22 de Febrero 2017

by prensa.arzobispadosd@gmail.com

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5,1-4

Queridos Hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, los exhorto:

Sean pastores del rebaño de Dios que tienen a su cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndose en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibirán la corona de gloria que no se marchita. Palabra de Dios.

Salmo Responsorial 22

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R/.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»  Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.» Palabra del Señor.

Meditación

Otra vez Cristo les inquiere a sus discípulos acerca de los consabidos comentarios referidos a su identidad, vertidos por la gente. Que se trata de Juan Bautista, dicen unos; otros que Elías y otros argumentan que se trata de Jeremías. A la pregunta dirigida en esta ocasión a su grupo de seguidores «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro responde: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

La respuesta es exultante para Jesús, quien elogia a Pedro, porque una afirmación como esa proviene del Padre en los Cielos, no de carne ni sangre (no corresponde a seres humanos). Recordamos que los discípulos estaban involucrados en discrepancias entre ellos movidos por el empeño de ocupar los primeros puestos de importancia. El mensaje de Jesús acerca del Reino, ellos lo asimilan en sentido literal, entendiéndolo como el de la instauración en calidad de rey de Jesús, el Mesías que vendría a cambiar el orden de cosas. Por ello es que Jesús dictará el titulo solemne: Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

Es evidente el cambio de actitud de los discípulos, que han comenzado a ver las cosas desde la lógica de Jesús. Cristo se convierte en el gran signo de la revelación de Dios, de la salvación y de la instauración del Reino que comienza a gestarse. tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia La iglesia reúne en sí misma dos dimensiones: humana y divina. Estas palabras, pronunciadas por el propio Cristo, le dan fundamento a la Iglesia, pero al mismo tiempo fundamentan nuestra fe. En la dimensión divina, la Iglesia es vivificada por la Palabra de Jesús con la inspiración del Espíritu Santo. En su dimensión humana Pedro tiene las llaves del Reino y es la piedra sobre la que se apoya la Iglesia, constituyéndose en el fundamento visible.

En el hoy de la Iglesia, los fieles, ¿estamos tratando de mirar y juzgar la realidad desde la óptica de Jesús? ¿Ponemos empeño en discernir cual es esa lógica, para ser fieles a esa óptica y actuar desde la misma? ¿o preferimos mirar con ojos humanos, desde una perspectiva que defienda nuestros intereses, ideas? ¿Van en la misma dirección la lógica y la óptica de la iglesia y la del mundo?

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