“Muy queridos hermanos y hermanas, familiares de Jacobo, amigos, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos.
¡Estamos llenos de alegría! porque ha llegado este día esperado, esperado por Jacobo, primer lugar y esperado por todos, la palabra de Dios que hemos escuchado que ilumina, este acontecimiento, esta celebración, nos hace ver la vocación como una iniciativa de Dios.
El Profeta Jeremías se concibe como indigno, como que no está capacitado, para ese llamado, reconoce el profeta la iniciativa divina, se pone en sus manos, en las manos de Dios y en la carta a los Hebreos tenemos esta gran verdad, del sacerdocio como Don de Dios, el sacerdocio de Jesucristo, del cual nosotros participamos, ¿Y en qué consiste el sacerdocio de Jesucristo del que nosotros participamos? Consiste en una misión, en un trabajo.
A eso nos invita el señor, a trabajar en su viña, el evangelio, un trabajo, una misión que no es para acumular méritos, y no podemos sentirnos grandes y con mérito, porque hayamos sido llamados para este ministerio, y porque hayamos hecho un trabajo, el mérito es de Dios que llama, el mérito es de Dios que nos confia la visión y el trabajo, y también los frutos son de Dios, depende de Dios y no de nosotros”.
Parte de la homilía de Mons. Francisco Ozoria Acosta, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América.
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Ordenación Diaconal de Jacobo Lama Abreu
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