Por: Luis Guillermo Gómez Batista
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Estimados lectores, iniciamos octubre, el mes de las misiones y como misioneros del Evangelio les propongo reflexionar sobre la cruz, un misterio que nos provoca miedo, como se titula el escrito. Quiero aclarar las fechas de las celebraciones, investigar el origen del concepto, y presentar una pequeña reflexión que nos ayude a perder el miedo y a amar más la cruz como unos de los elementos imprescindibles del cristianismo.
En primer lugar, es importante esclarecer que durante el año hay tres fechas que se hace mención a la cruz cristiana. La más importante es el día del Viernes Santo de la Semana Santa, en el cual se medita y se reflexiona sobre Jesús en la cruz antes de morir. La segunda fecha que se celebra es el 3 de mayo. Según la tradición cristiana, en el siglo IV Santa Elena, madre del emperador Constantino, descubrió la Cruz donde fue crucificado Jesucristo y esto se debió a que Elena viajó a Tierra Santa en el siglo IV en busca de reliquias religiosas, incluida la Cruz en la que Jesucristo fue crucificado. Se dice que ella descubrió la Cruz el 3 de mayo, lo que llevó a la celebración de esta fecha como el Día de la Santa Cruz. Esta celebración varía en algunos países y no se celebra el 3 de mayo porque es fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago. La última fecha es el 14 de septiembre y la razón de esta es porque se recuperó la Vera Cruz o la Cruz Verdadera por parte del emperador romano Heraclio en el año 628.
Habiendo visto cuando se celebra fiesta de la Santísima Cruz, quiero proceder al concepto de cruz. Para empezar, la cruz es un símbolo religioso y cultural. Es un símbolo que se remonta a mucho antes de la era cristiana. Por ejemplo, en la Antigüedad algunas de las culturas que llegaron a tener íconos en forma de cruz son los egipcios, los celtas y religiones hindúes. En la cultura egipcia, su cruz se llamaba “cruz ankh” que significa vida e inmortalidad. Para los hinduistas su cruz es un signo espiritual y auspicioso, mientras que para los budistas la cruz significa buena suerte y prosperidad. Ambas cruces –la del hinduismo y el budismo– son representadas por la “cruz esvástica”. Como dije al iniciar este párrafo, estas cruces existen mucho antes del cristianismo. En la religión cristiana, la cruz es el símbolo principal porque según la tradición, Jesucristo fue crucificado en una cruz. La crucifixión junto con la muerte y resurrección de Jesús son los hechos centrales de la fe cristiana. Para el cristiano, este símbolo significa redención, sacrificio y salvación.
¿Cómo el cristianismo adoptó este símbolo? La respuesta la presenté en el párrafo anterior por la crucifixión de Jesucristo, sin embargo, tengo que aclarar que fue el Imperio Romano quién utilizó la crucifixión como método de ejecución para castigar a sus condenados, de aquí porque Jesús fue condenado a una muerte de cruz. Estas son algunas de las razones de porque los romanos utilizaron esta técnica:
- La crucifixión era considerada una de las formas más crueles de castigo y ejecución. Implicaba una muerte lenta y dolorosa, lo que servía como una forma de disuasión para cualquier persona que considerara cometer delitos graves o desafiar la autoridad romana.
- En la Antigua Roma, la crucifixión generalmente se reservaba para personas que no eran ciudadanas romanas. Los ciudadanos romanos tenían derechos especiales y protecciones legales, y no se les permitía ser crucificados. Por lo tanto, esta forma de ejecución se utilizaba principalmente contra esclavos, criminales y personas consideradas enemigas del Estado que no tenían la ciudadanía.
- La crucifixión se llevaba a cabo en lugares públicos, a menudo en cruces erguidas a lo largo de las carreteras o en campos de batalla. Esto tenía la intención de humillar públicamente al condenado y servir como advertencia a los demás.
- La crucifixión se utilizaba como una herramienta para mantener el orden y controlar a la población. Era una forma de castigo extrema que enviaba un mensaje claro sobre las consecuencias de desafiar la autoridad romana.
Sabiendo que la cruz fue utilizada como método de muerte (crucifixión), la cruz es un símbolo antiguo que ha sido adoptado y adaptado por diversas culturas y religiones a lo largo de la historia. Su significado puede variar ampliamente según el contexto cultural y religioso en el que se utilice, y varias son los tipos de cruces que existen como la cruz latina –la más conocida de todas–, la cruz griega, la cruz ortodoxa, la cruz de Jerusalén, entre otros de diseños de cruces. En internet pueden abundar más sobre los tipos de cruces para que puedan visualizarla. La última parte de este artículo es sobre una pequeña reflexión que puede ayudarnos a amar más la cruz y a vencer ese miedo que tanto se infunde.
Para iniciar esta última parte quiero citar un pasaje bíblico que siempre nos ayuda a tomar conciencia sobre el seguir al maestro, Jesús. “Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mc. 8, 34)”. Cada vez que leemos este pasaje bíblico resulta espantoso para nosotros porque requiere de tres acciones consecutivas, el negarse a sí mismo, el tomar la cruz y el seguir a Jesús. Jesús no hace la propuesta de mortificación como fin en sí misma, sino entregar la vida sin reservas a Dios y al prójimo como hizo el Nazareno. Es una condición muy exigente, pero en el fondo “negarse a sí mismo” y “tomar la cruz” significa asumir la propia responsabilidad ante Dios y ante el prójimo. Seguir a Jesús es seguir sus palabras que son auténticas y no producen muerte, sino vida, y vida en abundancia.
Afirma san Juan Pablo II que Jesús no nos engaña. Continúa el fragmento que Jesús «con la verdad de sus palabras, que parecen duras pero llenan el corazón de paz, nos revela el secreto de la vida auténtica. Él, aceptando la condición y el destino del hombre venció el pecado y la muerte y, resucitando, transformó la cruz de árbol de muerte en árbol de vida. Es el Dios con nosotros, que vino para compartir toda nuestra existencia. No nos deja solos en la cruz. Jesús es el amor fiel, que no abandona y que sabe transformar las noches en albas de esperanza». (XIII Jornada Mundial de la Juventud; 2 de abril de 1998).
La cruz es un misterio enorme porque en el convergen dos historias, la historia de Dios y la historia del ser humano. Es una historia de amor donde la cruz es el puente entre los dos seres, Dios y el hombre. San Pablo VI dice que «misteriosamente, Cristo mismo, para desarraigar del corazón del hombre el pecado de suficiencia y manifestar al Padre una obediencia filial y completa, acepta… morir en una cruz». (Gaudete in Domino, 9 de mayo de 1975: aas 67 [1975] 300-301)
La historia de Dios está en el árbol de la cruz, quien «quiso asumir nuestra historia y caminar con nosotros». Y ¿cuál fue el plan de Dios? Esa respuesta la podemos observar en el encuentro de Jesús con Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). Sin más palabras, la historia de Dios es una historia de amor expresada en el árbol de la cruz. Concluyo con la traducción del fragmento de una canción que nos enseña que tan grande es este misterio.
Oh fiel cruz, árbol glorioso
única es tu flor, tus hojas, tu fruto,
oh dulce madera, que con dulces clavos
sostienes el dulce peso.
(“O croce fedele”, Marco Frisina)
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