Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 3, 20-25
Entró en la casa, y se reunió tal gentío, que no podían ni comer. Sus familiares, que lo oyeron, salieron a calmarlo, porque decían que estaba fuera de sí. Los letrados que habían bajado de Jerusalén decían: — Lleva dentro a Belcebú y expulsa los demonios con el poder del jefe de los demonios.
Él los llamó y por medio de comparaciones les explicó: — ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir. Una casa dividida internamente no puede mantenerse. Si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede subsistir, más bien va camino de su fin.
Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas si primero no lo ata. Después podrá saquear la casa. Les aseguro que a los hombres se les pueden perdonar todos los pecados y las blasfemias que pronuncien. Pero el que blasfeme contra el Espíritu jamás tendrá perdón; será culpable para siempre.
Jesús dijo esto porque ellos decían que tenía dentro un espíritu inmundo. Fueron su madre y sus hermanos, se detuvieron fuera y lo mandaron a llamar. La gente estaba sentada en torno a él y le dijeron: — Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
Él les respondió: — ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dice: — Miren, éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Palabra del Señor.