noviembre 24, 2024 11:39 am
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¿fe católica que fe cristiana? – Diario Católico


Por: Luis Guillermo Gómez Batista

Nos encontramos en la mitad del tiempo pascual, es decir, en la 4ta semana de este tiempo litúrgico y me han invitado a escribir sobre un tema que para todo creyente es imprescindible que es el tema de la fe, pero como escritor cristiano hablaré en específico de la fe cristiana. Les invito a que puedan ir leyendo este artículo con su biblia física o biblia digital para interiorizar este profundo contenido.

Antes de abundar sobre este tema, quiero empezar por la primera gran pregunta: ¿Qué es fe? Usualmente se cita el versículo del capítulo 11 de la Carta los Hebreos donde al comienzo dice que “la fe es garantía de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”. Esta definición es la que mayormente usa un cristiano de primera y que no arriesga a profundizar. No digo que no sea una definición de fe, pero para entender esta palabrita de dos letras hay que ir a sus significados, a la etimología.

Tres son las etimologías que pueden ayudarnos explicar la palabra fe. La primera, la etimología hebrea, luego, la etimología griega y por último, la etimología latina. En la etimología hebrea, la fe proviene de la palabra emunah (pronunciada “eh-moo-nah”) y se entiende como “fe” o “creencia”. También tiende a traducirse como “fidelidad”. En cambio, los griegos usaban el pisteuō (pistós como sustantivo) en el cual significa “creer”, “tener fe” o “confiar”. Por último, de la etimología latina la palabra “fe” proviene de fides, que significa “lealtad”, “fidelidad”.

Podemos observar como tres palabras de diferentes culturas (emunah, pistós y fides) se dirigen a una misma cosa: creer, confiar o ser fiel. Y, ¿Cómo se puede aplicar estos tres verbos para entender la cita bíblica del principio? Es muy fácil. En la primera parte de esta cita “garantía de lo que se espera” podemos usar el verbo creer, es decir, creer en lo que se espera, y en la segunda parte de la cita “prueba de lo que no se ve” podemos utilizar el verbo confiar, es decir, confiar en lo que no se ve. Y con esto, utilizando la última acción (ser fiel) nos lleva a ser fiel a la fe, es decir, creer en la fe, a confiar en la fe.

Habiendo comprendido esta primera palabra, ahora quiero dirigirme al adjetivo católico. ¿Por qué la fe católica? Es la segunda duda que podría preguntarse todo creyente cristiano. También para entender de donde viene la expresión “católica”, me dirijo a la etimología. El término católico proviene del latín catholicus y del griego katholikós que significa universal, incluso dividiendo la palabra resultaría en katá y holos. “Katá” como enteramente, y “holos” como todo o entero[1]. El término universal se debe a que cuando el Imperio Romano aceptó la religión cristiana se convirtió en la religión oficial de todo el Imperio con el Edicto de Tesalónica del emperador Teodosio I hacia el 380 d.C. pasando a ser la religión universal de aquel momento. En el tiempo acontecieron el Cisma de Oriente del año 1054 y la Reforma de Lutero del 1517 que dividieron la fe universal, la fe cristiana. Para no caer en la confusión y discusión con nuestros hermanos esperados, la fe católica es la fe universal la fe cristiana. Considero que he contestado a la pregunta del título de este artículo donde no son dos o tres fe, o cuantas fes existan, sino una sola fe. San Pablo en su carta a los Efesios nos lo enseña diciendo así: “Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”. (Ef. 4,5)

Con la indagación sobre la palabra “fe” y “católica”, ahora hay que profundizar en nuestra fuente originaria, donde está contenida la palabra de Dios, la Biblia. Como dije al iniciar este artículo que lo mejor posible es tener una biblia a mano o en digital para comprender que es la fe. Es aquí donde profundizamos el tema de la fe, en las mismas páginas del libro de libros, las Sagradas Escrituras. Muchos son los pasajes sobre la fe, pero quien nos enseña sobre la fe es el mismo Jesús de Nazaret. Las palabras de Jesús son palabras de fe; los encuentros personales entre Jesús y algún doliente son encuentros de fe. Los episodios de Jesús son episodios de fe.

Por ejemplo, el paralítico y Jesús (Mt 9,2); el padre y su hijo endemoniado (Mc. 9, 22-24); el centurión romano (Mt. 8, 5-13); Los apóstoles y Jesús (Lc. 17, 5); El encuentro de Tomás y Jesús Resucitado (Jn. 20, 27-29). Solamente por nombrar algunas citas bíblicas, pero hay un sin número de episodios que son hechos de fe. Todas estas personas no tuvieron una biblia en mano, sino que tuvieron al mismo Verbo de Dios hecho carne frente a sus ojos, frente a sus dolencias, frente a sus incredulidades, frente a las crisis. Todas estas personas que tuvieron un encuentro personal con el Nazareno fueron hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, judíos, samaritanas, romanos, es decir, toda la humanidad. Y con esto, nos podemos dar cuenta de cómo la fe cristiana es para todos, una fe universal que no excluye a nadie.

Quiero detenerme con el encuentro personal entre apóstol Tomás y Jesús Resucitado que es uno de los episodios que más mueve mi corazón en cuanto a la fe. El evangelio de Juan lo transmite cada año en el  II domingo del tiempo pascual. La última parte de este suceso dice así: Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!». (Jn 20, 27-29) En Tomás quedó marcado de por vida este encontronazo con Jesús por sus palabras tan contundente, y producto de este encuentro llegó a predicar el Evangelio hasta la India habiendo recorrido más de 5,000 km de distancia –desde Jerusalén hasta Chennai– dando su vida en el martirio, derramando su sangre por la fe cristiana.

El testimonio de fe de Tomás y muchos otros testimonios siguieron transmitiéndose de generación en generación hasta el día de hoy. Sin embargo, en pleno siglo XXI donde hay muchas corrientes filosóficas, políticas e ideologías que amenazan a no creer, es donde estamos los cristianos a no abandonar la fe, como dice san Pablo, mantenernos firmes en la fe (1 Cor. 16,13). Benedicto XVI fue un experto en transmitir la fe cristiana por medio de sus mensajes y sus escritos. El papa alemán en el 2012 convocaba el año de la fe con la Carta Apostólica Porta Fidei (La puerta de la fe) que se encuentra en la Internet para quien quiera leerla. También Juan Pablo II escribió una encíclica llamada Fides et Ratio (fe y razón) que también se encuentran en la internet para abordar la fe desde el pensamiento teológico-filosófico.

Si me preguntaran a mí que es la fe católica –la fe cristiana, como le llamaría– diría desde mi testimonio que la fe cristiana es un camino personal con el Señor Resucitado, con Jesús. La fe es un proceso de dejarse encontrar por Jesús, de dejarse interpelar por Jesús y de dar una respuesta a Jesús. Mi respuesta la profeso con el Credo que me han transmitido los enviados de Dios en mi vida –mis padres y familiares, mis catequistas, los Salesianos de Don Bosco– Para mí, la fe cristiana es creer en Jesús y vivir de manera coherente a su mensaje, al programa de las Bienaventuranzas (Mt. 5,3-12). En las Sagradas Escrituras, el encuentro entre Jesús y el joven rico es para mí una referencia precisa sobre como cultivar la fe. Justamente este pasaje del Evangelio coincidió con mi cumpleaños y durante la eucaristía el P. William Batista, SDB comentaba que el joven rico no pudo seguir a Jesús no solamente porque era rico, sino por su falta de fe. El joven rico me enseña que para seguir al Nazareno hay que dar el salto de fe, en creer sin temor en las palabras de Jesús.

San Agustín afirma, que los creyentes «se fortalecen creyendo»[1]. Yo añadiría desde mi experiencia personal que la fe se fortalece orando. Hace dos años, en una de mis crisis de fe –la cual considero como la mayor y de la mejor que he aprendido– en el cual casi abandono la fe cristiana, terminé reconstruyéndola y siendo más firme la fe. Desde el primer día hasta el último de esa crisis para no perder la fe oraba el Credo Niceno-Constinopolitano (el credo largo) junto con una estampa de la Trinidad. Puse mi crisis en la oración y no perdí la fe cristiana. Este es uno de mis testimonios sobre la fe. El tema de la fe como decía al inicio es muy profundo y hay que tomarse un tiempo para reflexionar sobre la fe y ver qué tan sólida es nuestra relación con nuestro Señor Jesucristo.

Tuve la oportunidad de conocer y compartir con el P. Luis Rosario, SDB –un ejemplo de Salesiano de Don Bosco– en donde me obsequió el último libro que escribió antes de su muerte titulado De a Poquito. En uno de sus artículos titulado Ojalá llueva la fe, dice lo siguiente:

“La Biblia es un libro, o más bien un libro de libros, una biblioteca que irradia una fragancia semejante al perfume de gardenia, porque está escrita con el calor entrañable del amor de Dios. La contraseña, el password, que da entrada a ese jardín de flores es la fe.

La entrada a ese jardín de flores olorosas, que es la Biblia, se abre con una llave personal que el Señor le da a cada ser humano. Nadie puede abrir y entrar al jardín de la Palabra de Dios si no es con su propia llave de la fe.

La fe puede lograr que la lectura amorosa de las palabras que salen de la boca de Dios y que nos ofrece la Biblia, disipen ese mal olor que ha infectado al mundo y permitir así que la humanidad se oxigene, con olor a gardenia.

La Biblia puede ser leída por cualquier persona, pero sólo la comprenderá quien se ha dejado bañar por la lluvia purificadora de la fe”.

Quiero ir concluyendo que la fe, no es creer al algo, sino en ALGUIEN: Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, el Señor de la Historia, el único salvador y mediador. Afirma Benedicto XVI «que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva»[1].

La fe cristiana es un don de Dios que hay pedírselo en la oración. La fe cristiana consiste en poder imitar a Jesucristo teniéndolo como centro de nuestra vida; es tener los ojos, las manos y el corazón mismo de Jesús para ser otro Cristo; es vivir y hacer realidad el mensaje de las bienaventuranzas; es dejar que el Espíritu Santo penetre y fecunde para transformarme interiormente; la fe cristiana es vivir con coherencia los valores humanos y cristianos en donde estamos, con nuestros compañeros, nuestra familia, nuestros vecinos; la fe cristiana es formarse en el diálogo de los creyentes y los no creyentes; la fe cristiana es ir en comunión con los hermanos de la Iglesia a pesar de su diferente manera de pensar; la fe cristiana consiste en ir a las periferias y conocer la fe de los excluidos, la fe sencilla de los pobres.

Que nos dejemos guiar por «el Buen Pastor» que nos conduce hacia las verdes praderas de la fe para que tengamos vida y vida en abundancia. Y que «pidamos a Jesús que le dé carne y vida a nuestra fe, porque concreto es su amor por nosotros»[2].

 

[1] Deus Caritas Est, 1

[2] Papa Francisco; «Natividad del Señor, homilía de Nochebuena»; 24 de diciembre de 2022

[1] De utilitate credendi, 1, 2

[1] Alberto Serna; Cómo enriquecer nuestro léxico mediante el estudio de las raíces griegas; Editorial Idioma; Bogotá, Colombia

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